
Las dosis cada vez mayores de UV-B amenazan la salud y el bienestar humano, las cosechas, los bosques, las plantas, la vida salvaje y marina. Se ha producido una elevación de la tasa de cáncer de piel. La exposición a la radiación UV-B reduce la efectividad del sistema inmunológico.
Hay que prohibir la fabricación y uso de todos los compuestos
destructores del ozono. La falta de agua, efecto del calentamiento del
planeta, amenaza seriamente los medios de subsistencia de más de 1200
millones de personas, la cuarta parte de la población mundial.
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